sábado, 31 de julio de 2010

Ética y Política socrática en Marcelo Quiroga Santa Cruz ...

Ética y Política socrática en Marcelo Quiroga Santa Cruz y la bestialidad de Luis García Meza
A treinta años del golpe de Estado de Luis García Meza
Por: Jhonny Lazo Zubieta


La separación entre ética y política propiciada por la modernidad y tan cara para el pensamiento europeo; en la historia de Bolivia, nos demuestra lo contrario en la figura de Marcelo Quiroga Santa Cruz.

Marcelo Quiroga y con él todos los mártires por la liberación nacional, pueden ser – guardando las distancias – y sin temor a equivocarnos, asemejados al filósofo griego Sócrates (469 – 399 a.c. ¿Por qué? Porque la ética socrática, antes que nada, fue política (o viceversa) y por que su práctica fue también civil, vale decir ciudadana.

Cerca de dos siglos y medio son los que separa la vida de estos dos hombres, pero ambos, en su tiempo y en su obra, son los que representan en la práctica la esperanza de que el hombre, ese hombre “mezcla de ángel y bestia” (Pascal: 1980:56) no está perdido


En este contexto, Marcelo Quiroga representa el retorno del hombre político – ético, con sorprendentes proyecciones y esperanzas para el puedo boliviano; qué quedó trunco por el sangriento golpe de estado de Luis García Meza el 17 de julio de 1980.

Sócrates, el filósofo griego, afirmó que no se podía llegar a la vejez haciendo política honrada (Platón: 1974: 68. El asesinato de Marcelo Quiroga fue una facticidad trágica

Quiroga fue el político _ ético. El intelectual esclarecido que no podía callar la verdad y al que únicamente se lo podía silenciar con la muerte.

René Zavaleta Mercado escribió al respecto:

“La pasión y la muerte de Quiroga Santa Cruz son por eso tan reveladoras por todo concepto. Con el rango que le daba el ser el mejor orador de su tiempo (…) Se puede decir sin vueltas que Quiroga fue el denunciante más insobornable y poderoso de ese tiempo aciago (…) En la manera miserable con que fue ultimado, en el cumplimiento más protervo de una promesa hecha por García Meza ante el país entero (…) El desenfado absoluto con que actuaron tan al desnudo García Meza y todo el extremismo militar era la prueba del nivel de no retorno al que había llegado la política” (Zavaleta:1983:54 – 55)

La figura de Marcelo Quiroga Santa Cruz, nos sirve para reivindicar desde los guerrilleros que cayeron en Ñancahuazú pasando por los últimos grupos insurgentes hasta la muerte del hermano Juan Ticacolque (muerto a bala) por las hordas del ignominioso ignaro ex Prefecto de Cochabamba y prófugo de la justicia Manfred Reyes Villa.

Sócrates nunca escribió nada y lo que se sabe de él se lo debe, sobre todo a Platón, que escribió la Apología de Sócrates, que se constituye en un monumento a la dignidad humana y la independencia del hombre. A diferencia de Sócrates, Marcelo Quiroga fue un escritor político. En Quiroga Santa Cruz desde su primer libro Los deshabitados a su obra póstuma Otra vez marzo se aprecian que su capacidad subjetiva evoluciona dialécticamente hacia un compromiso político.

Marcelo Quiroga Santa Cruz transitó de posiciones proclives a Falange Socialista Boliviana al marxismo. Fue el político insobornable que ya en 1968 desde el parlamente, inició el primer juicio de responsabilidades a un Presidente de la república en ejercicio con las siguientes palabras:

“Los delitos de que deben ser acusados los ciudadanos Barrientos Ortuño y Antonio Arguedas Mendieta no han sido cometido en desmedro o violación de derechos particulares, circunstancia que los haría pasibles de sanción penal inmediata u obligatoria a la reparación del daño civil inferido. Por el contrario, la responsabilidad que se invoca es esencialmente política (…) Demandamos acusación constitucional contra los ciudadanos René Barrientos Ortuño y Antonio Arguedas Mendieta, Presidente de la República en ejercicio y ex Ministro de Gobierno, respectivamente, por lo siguiente: 1) Por haber servido, el segundo de los nombrados, según propia confesión pública, de agente estipendiado de la CIA; 2) por haber, el primero de los nombrados prestado su concurso personal y puesto su autoridad presidencial en apoyo y protección de la misión que la CIA cumplió y cumple en Bolivia; c) por haber, el segundo de los nombrados, remitido una copia del diario de campaña del guerrillero Che Guevara al gobierno cubano, cumpliendo previsiones de la propia CIA (…)” (Quiroga, Ortiz:1968:64 passim)

El juicio a Barrientos Ortuño le costó a Quiroga ser expulsado del parlamento y “residenciado” en Alto Madidi. Sólo la muerte de su padre, permitió que el dirigente socialista retorne al Congreso, exigiendo de inmediato se le formalicen los cargos por los cuales fue detenido, sin lograr por ello respuesta alguna.

Marcelo Quiroga participó también como Ministro de Minas y Petróleo, durante la presidencia del Gral. Alfredo Ovando Candia. Siendo el artífice de la nacionalización del petróleo, dependiente de la Gulf. Hecho que sin lugar a dudas fue influenciado por otro gran pensador boliviano Sergio Almaraz Paz.

El golpe de Estado de Hugo Banzer Suárez, realizado en los días de la fundación del Partido Socialista (PS), obligó a Quiroga a salir del país, logrando la docencia en distintas universidades latinoamericanas. En el exilio Quiroga escribió El Saqueo de Bolivia (1972), Oleocracia o patria (1977) y hablemos de los que mueren (1984)

De retorno al país, tras la caída de la dictadura del septenato, Marcelo Quiroga inició un Juicio de responsabilidades a Banzer. En el acusó al ex dictador fallecido Hugo Banzer, por los actos gubernamentales cometidos en contra de la nación. Saqueo de los recursos naturales elevación inusitada de la deuda externa, negociaciones y violación a los derechos humanos, entre otros.

El Congreso nunca absolvió a Hugo Banzer Suárez. Pero tampoco siguió el juicio. El dictador se llevó con él a la tumba sus crímenes imprescriptibles.

Detrás del asesinato de Quiroga en la COB, se encuentra la sombra de Banzer y de la burguesía intermediaria.

Quiroga señalaba:

“En el banquillo del acusado, no está un ex presidente solamente ni sus más íntimos colaboradores: está ahí, sobre toda una clase. Esa misma clase social que muda presidentes ministros y gobiernos, pero que jamás renuncia al control del poder político que resulta del control económico que resulta del control económico que detenta” (Quiroga: 1982:27).

Es sorprendente la capacidad prospectiva de Marcelo Quiroga Santa cruz, pues el texto es una radiografía exacta de la excreción humano que se agrupan primero en diferentes partidos políticos de oposición, agrupados los diferentes gremios empresariales, residuos de lo más nauseabundo de los partidos políticos que sobrevivieron a octubre de 2003

El recorrido de Marcelo Quiroga nos recuerda al hombre del Mito de la Caverna de Platón: quien logra salir de la caverna, se aleja de lo común, de las sombras, haciendo un itinerario dialéctico ascendente hacia el bien; pero no se queda en la pura contemplación del bien, en la pura subjetividad, sino tiene que hacer el trabajo del retorno.

Este volver es un imperativo ético para el esclarecido, porque de lo que se trata es de buscar la felicidad de la polis (Platón: 1974:160). Este es un ejercicio ético y político que encarna Marcelo Quiroga. Es la vocación teórica del que quiere ver y saberse ligado a la vocación práctica del que quiere vivir bien consigo mismo, con el otro, con el nosotros.

Marcelo Quiroga realiza el movimiento socrático de la vocación teórica – práctica o platónica del Mito de la Caverna, que logra contemplar el bien y que regresa en busca de los demás hombres en busca del pueblo, para que ellos también salgan de la oscuridad y puedan mirar y diferenciar con claridad lo que ocurre en la polis.

Sócrates es un hombre sencillo y amable. Entre sus discípulos podemos encontrar gente de diferente posición social. Fue un hombre dado a la conversación que caminaba en las calles, que indagaba, que buscaba el diálogo que originaban nuevas ideas.

Marcelo Quiroga, nos dirá el sacerdote oblato Gregorio Iriarte “era un hombre de diálogo, le gustaba escuchar, era una persona que preguntaba que inquiría (…) esta ansioso por descubrir las motivaciones y las razones que alentaba a una posición distinta a la suya” (Iriarte: 1985:27)

Sócrates fue un pensador profundamente crítico. Era un subversor de verdades cuya sutileza dialéctica destrozaba el fácil y flojo dogmatismo de los políticos de Atenas.

De igual manera, Marcelo Quiroga representaba la conciencia crítica del país, que con su lucidez mental y facilidad de palabra vencía a cualquier adversario. Marcelo asume la temporalidad esclarecedora, esto es un elemento coexistencial de la humanidad. Era un hombre lúcido que fue capaz de acoger la memoria colectiva y de proyectarla en el sentido de la esperanza; por eso para algunos, los más, resultó apreciado, mientras que para otros, los menos, era un aborrecible.

Permítaseme aquí una digresión. Da nauseas pensar que Cayetano Llobet hombre muy cercano a Marcelo Quiroga hasta su muerte, hoy destile veneno contra cualquier norma que afecte los intereses del empresariado nacional: como es el caso de Humberto Roca dueño de Aerosur, que de acuerdo al Servicio Nacional de Impuestos debe 320 millones de bolivianos (Los Tiempos: 13-07-010).

Las palabras que Quiroga dedicó a Sergio Almaraz, en su apología y recordación, pueden aplicarse a él mismo. Veamos:

“El intelectual es el ojo de la sociedad (…) hay también entre nuestros intelectuales, hombres que asumen la misión para la que han nacido y, conscientes de la responsabilidad social contraída, y eligen el duro camino de la verdad” (Quiroga: 1979:133)

El dirigente de la izquierda boliviana, fue el político militante que asumió la causa de los explotados de su pueblo boliviano. Increpó sin temor y con dureza a quienes detentaban el poder político y económico.

Por eso la práctica política en Marcelo Quiroga era también una práctica ética, la cual le trajo inevitablemente serias consecuencias, que las supo asumir con cierta temeridad.

Sócrates a su manera fue también un filósofo político, pues fue un hombre que indagaba en las calles de Atenas: decimos que la ética socrática era también política porque se trataba de la práctica civil ciudadana, de la responsabilidad pública y no sólo privada.

En Sócrates no había una felicidad fuera de la ciudad. Entonces la sabiduría, tanto en Sócrates como en Quiroga fue práctica y no sólo teórica.

Ambos pudieron salvar sus vidas de varias maneras, pero no lo hicieron, pues con su muerte ratificaron su inmortalidad. Cuando García Meza anunció públicamente que asesinaría a Marcelo Quiroga, éste no escapó, no buscó asilo, ni pidió clemencia.

Así García Meza, días antes del golpe de Estado de 1980 declaró en una guarnición militar en Cochabamba:

“Advierto por última vez que las Fuerzas Armadas de la Nación no permitirán un ataque más a cualquiera de los miembros o a la propia institución tutelar de la patria y los que reiteren en sus insultos se atendrán a sus graves consecuencias. No se puede tolerar más esos ataques, esos insultos a las Fuerzas Armadas como el caso de Marcelo Quiroga Santa Cruz, que sin saber nada se ocupa de la vida económica y organizativa de la institución armada. A ese señor, las fuerzas armadas sabrán ponerle en su lugar y yo como hombre” (PS – 1 1981:8)

En respuesta a la afirmación de la bestia pascaliana; es decir, García Meza, que anunció la sentencia de muerte a Marcelo Quiroga, éste respondió:

“Invito al General García Meza a debatir públicamente por el medio de comunicación que él prefiera, sobre la vida organizativa y económica de las Fuerzas Armadas, como un modo de probar cual de los dos conoce más de ella. Toda institución nacional, incluidas las fuerzas Armadas y la Iglesia Católica, están sujetas a la crítica o elogio que su conducta merezca. En uso de un derecho constitucional y en cumplimiento de un deber ciudadano, irrenunciable, seguiré ocupándome del análisis de la conducción de las Fuerzas Armadas, tantas veces como juzgue necesario. En cuanto a la amenaza de agresión física que, con propósitos intimidatorios, formula el General García Meza, por cuenta de las Fuerzas Armadas y en nombre suyo, debo aclarar que, si bien no ignoro la demostrada peligrosidad de la misma, estoy como siempre, resuelto a defender mi honra, mi vida y de los míos” (PS –1 1981:8)

Cuando el tribunal decreta la culpabilidad de Sócrates, el filósofo se niega a pedir una pena menor, como la del destierro. No quiso claudicar en el momento más decisivo de su vida. Los enemigos - amigos ofrecen pagar para salvar su vida, Sócrates se niega pidiendo a cambio la recompensa de ser alojado en el Pritaneo como se hacía con los grandes servidores de Atenas.

La vida de Sócrates es la vida del mártir que escogió ese modo de vida, su muerte no fue la de un perdedor, sino la de un vencedor. Vienen a la menta las palabras de escritura: “Muerte ¿cuál es tu triunfo?” (Platón: 1982:21) De igual manera se puede decir de Marcelo Quiroga, que fue un mártir, y que su muerte es la victoria del hombre que no claudicó en ningún momento.

Para terminar recordemos las palabras de Coco Manto haciendo referencia a los asesinos de Marcelo Quiroga Santa Cruz: “Fueron los mercenarios que reclutó Barrientos Ortuño en 1965, los forajidos que adiestró Banzer en 1971, los hampones que hoy (…) son gobierno con García Meza, como jamás pudieron alcanzarlo con la diáfana expresión de la palabra, se dieron a esperarlo en la emboscada, en la injuria y la vergüenza, tristes y crónicos recursos de los Olañetas, Carrascos, Diez de Medina para embarrar el paso de la patria”.

Jhonny Lazo Zubieta
jhonnylazoz@hotmail.com

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