viernes, 28 de enero de 2011

¿El fin de Evo?... o de la cordura?

¿El fin de Evo?... o de la cordura?
Es infantil insinuar que Evo es el conductor circunstancial de una revolución que empezó con Tupaj Katari. Sería más honesto decir que varios tuvieron la iniciativa pero todos murieron en el intento.
Juan Carlos Zambrana Marchetti 
 
Resulta extraño ver a un hombre con capacidad, intentando ocultar la solidez de la realidad con la nebulosa de los sentimientos. Eso me pasó con Andrés Soliz Rada, quien, en su artículo “Evo, ¿fin de ciclo?”, empieza enumerando los   logros del presidente, para después pasar a expresar los “sentimientos” que a su criterio dejó el “gasolinazo.” Quizá haya olvidado que los hechos son reales, y los sentimientos interpretaciones subjetivas de esa realidad.
Al enumerar los logros olvidó mencionar indicadores económicos importantes  del año 2010 en Bolivia: El crecimiento económico del 4%, el superávit fiscal, la inversión extranjera directa que subió en 20%, y las reservas Internacionales que superaron por primera vez los 10.000 millones de dólares. La producción record de gas natural, y la satisfacción de los empresarios industriales por haber tenido un año positivo, reconociendo que el país mantiene un razonable equilibrio macroeconómico con ritmo estable.   El hecho de que Bolivia pasó de ser un país pobre a uno de ingreso medio-bajo por haber subido considerablemente su ingreso per cápita, y a ser un ejemplo para la comunidad internacional por su gestión cuidadosa de los ingresos que generan estabilidad. La satisfacción de que, en un reciente reporte de las Naciones Unidas, Bolivia figure entre uno de los diez países que redujo la mortalidad infantil en más del 50%. Que las recaudaciones de impuestos subieron en 11.5 %, etc. etc.
Curiosamente, todo eso es ignorado para resaltar el “sentimiento” que supuestamente dejó el “gasolinazo” que la oposición calificó de “neoliberal.” Todos sabemos que, muy por el contrario, “neoliberal” es la subvención   a los carburantes que fue implementada por el último gobierno del Gral. Hugo Banzer Suárez, como prebenda al pueblo para terminar de entregar el país a las transnacionales, durante un periodo desastroso en el cual el crecimiento económico se estancó en el punto cero.
Todos sabemos que Bolivia no puede seguir subvencionando los carburantes en el corazón de una Latinoamérica que los tiene a precios de mercado. Se podrá mejorar la forma de hacer la nivelación, pero es una medida ineludible, de orden estrictamente económico.   Es obvio que las transnacionales, siendo socias minoritarias en la explotación, se beneficiarán con la parte que les corresponda en el mercado interno. Pero de ahí, a la presunción de que han infiltrado al gobierno y están obligando a Evo para eliminar las restricciones, hay una distancia enorme. 
También crítica Soliz el acuerdo con la “Minera San Cristóbal”, sin mencionar que ese es otro contrato heredado de la época neoliberal y uno que el gobierno de Evo está en proceso  de renegociar.  Insiste en que la nacionalización de los hidrocarburos fue desvirtuada, sin mencionar que el gas no se lo regaló Evo al Brasil, sino varias generaciones de gobiernos de derecha. Que regalar es fácil, y que nadie dijo nada cuando lo regalaron.   Que recuperarlo, por el contrario, es muy difícil, y está sujeto al poder de las partes contendientes.
Evo tuvo razones válidas para no chantajear a Lula como exigía Soliz.  Fue elegido presidente en diciembre del 2005 durante el gobierno de George W. Bush en la Casa Blanca. El Departamento de Estado había desplegado una abierta campaña contra Evo. Por su posición de potencia latinoamericana de izquierda moderada, el Brasil de Lula fue un apoyo fundamental  para Evo en momentos en que se dudaba que pudiera lograr el apoyo internacional y mantener condiciones mínimas de gobernabilidad.  En ese marco de presiones exógenas, hay que recordar que las transnacionales esperaban que Evo hiciera una nacionalización con expropiación. Estaban totalmente preparados para comérselo vivo en las cortes de arbitraje, mientras la oposición, Estados Unidos, el FMI, y el Banco Mundial lo satanizaban como enemigo de la propiedad privada. Sin duda alguna, hubiesen encontrado excusas para sanciones comerciales e intervención. El plan era no dejar que “el gobierno populista del indio narcoterrorista” pasara su primera prueba de fuego. Evo, por el contrario,   optó por la nacionalización gradual que les permitió a las transnacionales ajustarse a las nuevas reglas, y los dejó a todos con la artillería preparada.
También es infantil insinuar que Evo es el conductor circunstancial de una revolución que empezó con Tupaj Katari. Sería más honesto decir que Katari fue la inspiración, que Belzu intentó, que Busch la empezó en forma efectiva introduciendo legislación, y que la continuó Villarroel, pero tendríamos que añadir que todos murieron en el intento. Habría que recordar además que tanto el gobierno de Villarroel como el de Torres terminaron con el “pueblo” en contra, totalmente manipulado por la maquinaria propagandística de la derecha. En todo caso, los magros logros acumulados por todos ellos fueron echados por tierra cuando los partidos neoliberales entregaron el país a las transnacionales.
Tan absoluta fue la entrega, que hizo desaparecer literalmente a YPFB, la empresa estatal que tenía que haber recibido la industria y continuado con la producción. Esa fue otra de las razones para que la nacionalización haya tenido que ser gradual. Todos sabemos que es necesario reestructurar y potenciar YPFB para que vuelva a explorar, desarrollar y operar nuevos campos. Todos queremos que invierta en plantas separadoras de los licuables del gas, para no seguírselo regalando. Todos queremos la industrialización de los hidrocarburos. En fin, todos queremos que el país siga recuperando el terreno que los neoliberales le regalaron a las transnacionales. En eso estamos de acuerdo con Soliz, pero todos sabemos que eso se logra con dinero no con subvenciones que desangran al país. La nacionalización es gradual y es hora de dar el siguiente paso. En ese sentido, el presidente ha dicho que los hidrocarburos son su prioridad para éste año 2011, y ahí veremos si continúa avanzando, o retrocede en favor de las transnacionales como sugiere Soliz.   En todo caso, no es serio condenar a Evo   de antemano y reducirlo al actual chofer de la vieja revolución que empezó con Tupaj Karari.  
Tenemos que ser honestos en reconocer que el proceso de cambio que ahora conduce Evo nació en julio de 1997 en el Chapare, y no tiene precedentes en la historia boliviana. No existen siquiera parámetros para compararlo, porque nunca antes un partido político había tenido una representatividad de dos tercios en el Congreso y hecho cambios tan profundos en el destino del país. Sugerir que Evo es totalmente prescindible raya en el delirio. Los detractores de Morales tendrían que reconocer que los tiempos han cambiado; que no podrán aislar a Evo del poder del pueblo como lo hicieron con Busch,  Villarroel, y Torres, porque la derecha no tiene ya el monopolio de la información, y  el pueblo boliviano ahora puede discernir mejor entre la realidad y la manipulación. Andrés Soliz  Rada, es un hombre valioso cuando defiende los hidrocarburos, pero su discurso pierde validez cuando se reduce a subjetividades que no hacen más que unirlo a los intentos desestabilizadores de la oposición.
http://www.juancarloszambrana.com

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